Una buena escucha
Zenón de Elea, en el siglo V a. C., decía: Nos han sido dadas dos orejas, pero solo una boca, para que podamos oír más y hablar menos. Seguramente lo decía para llamar la atención de quienes hablaban mucho y escuchaban poco. Gracias a esta frase de Zenón, sabemos que el problema de la mala escucha, al menos en Occidente, no es reciente, sino que lleva ya mucho tiempo entre nosotros.
En la familia los problemas de comunicación suceden de manera cotidiana, y los ratos en que todos los miembros estamos juntos, en lugar de ser una oportunidad para escucharnos los unos a los otros, muchas veces se convierten en una lucha por hablar y no escuchar.
Escuchar no es oír: es mucho más que repetir las palabras que el otro acaba de decir. Escuchar es centrarnos en el otro, no solo en lo que dice, sino en cómo lo dice; es estar atentos a todo lo que nos transmite el hablante: su tono, la emoción con la que lo cuenta, el lenguaje no verbal. Escuchar activamente consiste en captar el mundo interno de la persona que habla y saber demostrar que le estamos escuchando.
Para promover la comunicación en la familia es fundamental una buena escucha.
FUENTE: TACO CORAZÓN DE JESÚS.
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