Convivir es vivir con. Se trata de compartir la vida, las actividades, con otras personas. La convivencia nos permite encontrarnos con el otro, compartir objetivos y experiencias, ilusiones y también dificultades.
En el intento de mantener una buena convivencia conviene aprender a acoger con una sonrisa. A veces resulta difícil sonreír, pero ofrecer una sonrisa a alguien, en un momento concreto, puede aportar satisfacciones interiores y recompensas inesperadas.
Sé una persona emocionalmente estable.
Mejor si no pasamos bruscamente de los gritos a la conversación, de la alegría desmedida a la tristeza y el desánimo.
Interésate por la persona que camina a tu lado, sobre todo si percibes en ella sentimientos de tristeza, agobio, preocupación, etc. Pero, eso sí, siempre con el máximo respeto a su momento vital y su intimidad. Saberse acompañado en los momentos difíciles y de una manera incondicional es la mejor ayuda y la mayor demostración de una auténtica amistad.
Aprendamos a escuchar, a tener paciencia, a hablar con ponderación y, sobre todo, a ponernos en la piel de la otra persona.
FUENTE: TACO CORAZÓN DE JESÚS