La respuesta a la pregunta ¿cómo estudio?, que tantas veces te haces, se podría englobar en las llamadas técnicas de estudio.

Las técnicas de estudio pretenden facilitarte tres cosas:

• Que encuentres y organices la información.
• Que estudies más en menos tiempo.
• Que aprendas más y mejor.

Las técnicas de estudio son muchas y muy diversas, ajustadas algunas a cada asignatura. En términos generales, se pueden dividir en tres grupos:

• de análisis,
• de síntesis,
• de manejo de la información.

Veamos ya las primeras.

Las técnicas de análisis te ayudan a localizar las ideas o conceptos más importantes en un texto. Las principales son tres: lectura, anotaciones al margen y subrayado.

LA LECTURA

Sitúa delante de ti los apuntes y el libro. Al lado ten siempre hojas en blanco de borrador para trabajar o un cuaderno de estudio para cada una de las materias del curso.

El primer paso del estudio propiamente dicho es la lectura. Si quieres ser buen estudiante, tienes que aprender a leer de diversas formas para aplicar la más conveniente en cada caso, esto te permitirá ahorrar tiempo y leer de forma inteligente.

Leer es entender lo que el autor de una expresión quiere decir, y tiene dos componentes esenciales: la velocidad y la comprensión. En la medida en que mejores ambas y poseas un vocabulario más amplio, te podrás considerar un buen lector o lectora.

VELOCIDAD LECTORA

La velocidad lectora es la cantidad de palabras que lees en un tiempo determinado. Puedes comprobar la tuya de la forma siguiente: elige un texto cualquiera y cronometra el tiempo que tardas en leerlo en minutos y segundos. Cuenta el número de palabras leídas y multiplícalas por sesenta. Divide el resultado entre el tiempo empleado en segundos. El cociente de esta división es tu velocidad lectora.

Como la velocidad lectora está en función del grado de dificultad del texto leído, conviene que hagas la prueba con diferentes textos y así obtendrás una medida más exacta de tu velocidad lectora.

Para evaluarte, ten en cuenta los datos de este cuadro de velocidades lectoras por edades:

Esta prueba puede indicarte si estás por encima o por debajo de lo prescrito. Si estás en el segundo caso, conviene que tomes medidas correctoras para ponerte a tono.

No obstante, la velocidad es un indicador relativo que debe combinarse con otros, pues cada texto exige su propia velocidad lectora. No es lo mismo leer una novela que un libro de texto. Tienes que aprender a adecuar la velocidad al texto.

COMPRENSIÓN LECTORA

Comprender es entender el significado de algo. La lectura comprensiva te debe llevar a captar y distinguir las ideas principales de las secundarias de un texto; los significados explícitos y los implícitos, los que están en las palabras y los que van entre líneas.

Para distinguir la idea principal de un texto, presta mucha atención a la palabra clave que más se repite y a sus sinónimos. La idea principal es tan imprescindible que, si se suprime, el sentido global del párrafo queda incompleto.

En cambio, si suprimimos la idea secundaria, el párrafo no pierde su contenido esencial. Las ideas secundarias suelen repetir la idea principal con diferentes palabras. Su función es apoyar y explicar el mensaje clave para reforzar su comprensión.

Es importante que para mejorar tu comprensión lectora te acostumbres a leer las ideas y captar el sentido del texto, más que a leer las palabras. Para lograrlo, no te olvides de hacer preguntas al texto después de la lectura partiendo, por ejemplo, de los encabezamientos y títulos.

Básicamente hay cuatro técnicas de lectura, según lo que esperemos del texto:

• Lectura de exploración. Consiste en echar una ojeada a todo el texto que debes estudiar y a cada una de sus partes, hasta que te quede clara la estructura del tema y los puntos y apartados que lo componen. Fíjate en los títulos, encabezados, subtítulos, mapas, ilustraciones, resúmenes y esquemas del libro de texto.

En este momento puedes también repasar tus notas de clase, las insistencias del profesor y tus propios apuntes, si ya los has hecho.

Parcela la totalidad del texto en pequeñas unidades de estudio y afronta los puntos más difíciles del tema cuando tu nivel de atención y concentración sea máximo.

• Lectura de búsqueda de datos. Es la lectura que haces cuando intentas localizar algo concreto: un dato, una fecha, un punto del tema... Aquí no necesitas leer el texto completo, y menos si has hecho una buena lectura de exploración, porque más o menos sabrás dónde encontrar lo que buscas.
• Lectura ágil. Es una lectura rápida pero completa del texto. Te será muy útil en los repasos y para obtener una visión rápida y general del tema.
• Lectura detallada. Es la lectura atenta, comprensiva, necesaria para entender bien todo lo que dice el texto; imprescindible para el estudio y la asimilación de los contenidos.

Comprender es algo más que entender. Tú puedes entender lo que has leído y no comprenderlo del todo. La comprensión supone que eres capaz de relacionar los nuevos datos del tema que ahora estudias con otros que ya posees. El aprendizaje se facilita cuando lo nuevo lo arrimamos o asociamos a algo que ya sabemos.

En el estudio vete por partes, leyendo despacio y asegurándote de que entiendes todas las palabras y el sentido de lo que se dice. Si es necesario, haz esta lectura dos o tres veces antes de ponerte a subrayar.

Comenta con tus amigos, tus compañeros y/o tu familia los nuevos conocimientos, quizá ellos te den ideas; en todo caso, a ti te servirá para fijar mejor en tu mente todo lo que quieres aprender.

FUENTE: LIBRO TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA ADOLESCENTES DE ANTONIO GONZÁLEZ