Educar en la FRUSTRACIÓN
Suena duro, brusco quizá, pero es una de las claves en la tarea educativa, porque los niños si no se acostumbran a no tener todo lo que desean, difícilmente van a aceptar las situaciones complicadas.
El primer paso es enseñarles que no siempre podemos conseguir todo. El aprendizaje va desde el capricho en la tienda a aceptar lo que uno no puede cambiar aunque no le guste. Porque tolerar la frustración es una capacidad que se aprende con el tiempo y a base de entrenamiento. Es parte de la vida. No podemos evitarla, pero sí aprender a manejarla.
Aprender a hacer frente a la frustración es positivo. Nos proporciona mayor bienestar emocional y mejora nuestra capacidad para resolver problemas. Si aprendemos a convivir con el fracaso, nos podemos plantear metas a largo plazo y que supongan una dificultad. Si no somos capaces de tolerar la frustración, cualquier problema se engrandece y abandonamos ante la menor dificultad.
La pedagogía de la frustración acepta lo que no podemos conseguir y no ve las limitaciones en negativo: las acepta como parte de la vida, del continuo aprendizaje que es vivir.
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