Vivir el momento presente de modo consciente no es fácil. Sin embargo, es fundamental para contemplar y gozar la realidad.

Había una vez un sabio admirado por su bondad y paciencia. Muchos querían vivir como él y le preguntaron cuál era su secreto:

• Cuando me echo, estoy echado; cuando me pongo de pie, estoy de pie; cuando salgo a caminar, camino – respondió.

• Pero eso ya lo hacemos – dijeron, decepcionados, sus interlocutores-.

• Ya – admitió el sabio -, pero hay una pequeña diferencia: vosotros, cuando apenas estáis echados ya os ponéis de pie, y cuando apenas estáis de pie ya os ponéis a andar o a correr. Pensáis más en el mañana y os perdéis el gusto del hoy, de vivir el presente.

Efectivamente, vivimos con prisas, nos devora el activismo… y siempre soñamos con la felicidad del futuro… Y se pasa el tiempo y la tan ansiada felicidad no llega porque no la contemplamos ahora, en el presente.

Marco Aurelio recomendaba vivir “solo el minúsculo momento presente; todo lo demás, o bien ya está vivido, o se encuentra en lo indeterminado”. Y, ya que la vida es corta, no conviene desaprovecharla.