La atención y la concentración son dos elementos imprescindibles para un estudio personal efectivo.

¿Qué es la atención?

Recuerda la secuencia que has visto muchas veces en las películas cuando, en medio de la noche, la policía persigue a un criminal. De pronto, aparece el helicóptero y con un enorme foco ilumina el lugar donde se esconde el fugitivo.

La atención es algo así, es como ese foco que te ayuda a centrar la mente en lo importante, mientras todo lo demás permanece en la penumbra o en la oscuridad total.

¿Qué es la concentración?

Es el foco permanentemente encendido sobre el centro de interés. Es la atención continuada, a pesar de las tentaciones de distraerse con otros estímulos; es el estudio sin interrupción y el trabajo sostenido.

Ambas, la atención y la concentración, no se consiguen sólo con los buenos deseos; no son productos mágicos, hay que favorecerlos, provocarlos y repetirlos una y otra vez hasta hacerlos propios.

Por ejemplo, no lograrás concentrarte si encima de la mesa de estudio, o al alcance de la mano, tienes mil cachivaches que van a tirar de tu atención continuamente cuando levantes la cabeza del libro. Por tanto, sé inteligente y retira del alcance de la mano, de la vista o del oído a todos los posibles competidores de tu atención.

Sin embargo, no creas que son sólo cosas materiales; también pueden distraer tu atención y concentración las actitudes negativas interiores:

• Con expresiones como «Es que esto es un rollo» estás debilitando la luz de tu foco de atención complicándote la vida y poniendo dificultades al estudio. No podrás concentrarte mucho tiempo seguido en algo que te provoca disgusto. Así que cambia el chip y busca siempre lo positivo de lo que estás haciendo, aunque creas que es poco.
• Como es inevitable que te distraigas, sobre todo cuando el hábito no lo has consolidado, tienes que marcarte unas reglas o procedimientos para recuperar la atención y estimularla.

Por ejemplo, no te agobies por la distracción y procura cuanto antes recuperar la atención evitando los nervios. Prémiate o castígate cuando hayas conseguido el tope de minutos marcado previamente de atención constante; es importante que te sientas orgulloso por tus hazañas y que mejores la imagen que tienes de ti mismo.

Si la distracción es fuerte o persiste, concédete unos minutos de descanso para recuperar fuerzas y actitud.

• A veces ocurre que la distracción viene porque no estás en forma para estudiar: tienes un disgusto, has dormido mal por la noche, tienes hambre, has comido mal o algo no te ha sentado bien, te duele algo... En estos casos, es mejor pararse y poner remedio a las causas, antes de no aprender nada, y encima ponerte de mal humor. Es imposible centrarse en un tema cuando hay mil focos encendidos.

FUENTE: LIBRO TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA ADOLESCENTES DE ANTONIO GONZÁLEZ