Unos datos para tomarte el pulso

Antes de responder a la pregunta planteada, ten en cuenta lo que se dice en estos tres puntos y observa si te suceden a ti o te ves reflejado en ellos:

Dicen los profesores

• Cuando a un alumno de Secundaria le preguntamos cómo estudia, nos suele contestar que leyendo la lección tantas veces como sea necesario hasta aprendérsela de memoria.
• Nuestros alumnos leen mucho, pero no estudian nada; aprenden de memoria, pero no saben, no entienden lo que han aprendido. Es el aprendizaje del papagayo.

Dicen los alumnos

De las encuestas hechas a alumnos de entre 12 y 16 años para buscar las dificultades más frecuentes que encuentran a la hora de estudiar, encontramos los siguientes resultados:

• 69% Falta de atención y concentración: «Me distraigo fácilmente».
• 33% Falta de interés: «Me aburro estudiando».
• 27% Falta de constancia: «Me canso enseguida».
• 18% Falta de comprensión y técnica: «No encuentro las ideas esenciales».

Además de otras razones menos frecuentes, como: «me falta memoria», «no puedo con tanto», «me molestan», «soy vago»...

Si sumas los porcentajes, comprobarás que el total es superior al 100%. Esto significa que algunos señalaban más de una dificultad a la hora de estudiar.

Y tú, ¿qué dices?

Antes de seguir adelante, ¿quieres hacer este pequeño test sobre tu forma de estudiar? Jura decir la verdad y sólo la verdad y responde.

Si has respondido afirmativamente a menos de seis preguntas, tu forma de estudiar es manifiestamente mejorable.

Causas del fracaso

Varias pistas para encontrar la respuesta a la pregunta ¿por qué fracaso?, ya las tienes en lo dicho anteriormente y en lo que tú te has diagnosticado. No obstante, aquí tienes otras causas posibles:

1. Soy incapaz de organizarme. Tienes tantas cosas que hacer, tantos centros de interés, que no es fácil organizarse para dar prioridad a lo más importante y relegar lo secundario. Hay que acudir a clase, dormir, estar en familia, ir con los amigos, hacer deporte, ir a la academia de tal y cual para aprender no sé qué, hacer recados, ayudar en casa, ver la tele... Total que, en caso de duda, siempre se empieza por lo fácil e inaplazable, y lo no obligado y más costoso va quedando a la cola. Y casi siempre le toca al estudio.

Decía Pitágoras que con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien. Pues aplícate el cuento, el cimiento del fracaso se construye con el desorden, la falta de programación, las prisas, los agobios, el exceso de actividades y la falta de concentración.

2. No sé cómo estudiar. Tal vez pensabas no hace mucho tiempo que para estudiar era suficiente saber leer, hacer los deberes y ver por encima la lección. Y ya te vas dando cuenta de que esto no basta; que al día siguiente, lo que parecía sabido ha volado de tu mente.

Igual que un albañil, tú también necesitas diferentes herramientas y más o menos tiempo para trabajar la dureza de las asignaturas. No es lo mismo picar piedra que yeso, ni poner cimientos para un edificio de 15 plantas que para hacer una caseta para el perro.

¿Tienes las herramientas necesarias para cada materia que estudias?

Más adelante te vamos a mostrar algunas herramientas de estudio, pero no sirven igual para todos. Hay estudiantes a quienes les van bien y otros a quienes no; además no son las únicas. En esto, también como los albañiles, cada uno se maneja mejor con unas que con otras, y al final las buenas son aquellas con las que consigues mejores resultados.

O sea, que eres tú quien ha de encontrar las técnicas de estudio que mejor te vayan, o por lo menos personalizar las que son comunes para todos.

3. No me concentro. Hay gente que se pone sobre los libros o ante el ordenador y no se distraen por nada del mundo; a otros les basta el vuelo de una mosca para sufrir las turbulencias de la imaginación. En consecuencia, también has de ser consciente de tu realidad y comprobar si eres de los superconcentrados.com o miembro de los distraídos sin fronteras.

El problema puede estar en el ambiente o dentro de ti. Hay estudiantes que no tienen espacio adecuado para estudiar, están acosados por los ruidos de la calle, los de casa y los de su habitación. Y, claro, así es imposible concentrarse, salvo que seas un gurú de la meditación transcendental.

Y también hay estudiantes con más facilidades para estudiar de las que merecen y, sin embargo, padecen unos ruidos interiores ensordecedores, están continuamente haciendo surfing con la imaginación y cabalgando sobre la cresta de las musarañas con piruetas increíbles.

La concentración depende de tu autocontrol y de los medios que pongas para aislarte del entorno molesto. Examina por qué eres capaz de meterte en una película que te guste aislándote de todo y, en cambio, no te concentras a la hora de estudiar.

¿Tendrá algo que ver en tu falta de concentración las pocas ganas de ponerte a estudiar, el esfuerzo, la constancia, la falta de resolución para decir «no estoy para nadie ni para nada» en esta hora...?

Un truco que utilizan algunos estudiantes para mejorar su concentración es marcarse objetivos concretos para tiempos breves. Por ejemplo, se dicen: «En diez minutos voy a conseguir hacer esta tarea; en veinte, esta otra». Y cronometran con el reloj a la vista.

4. No entiendo nada. Es frecuente escuchar a ciertos estudiantes «es que no entiendo nada», y con tal expresión aluden a lo que sucede cuando están en clase o cuando se ponen a estudiar por su cuenta. Y es que una cosa lleva a la otra.

Puede ocurrir que no entiendas nada en clase, en parte porque a veces el ambiente de falta de disciplina impide la concentración en la explicación del profesor, y en parte porque te falta base para comprender lo que se explica.

Para superar esta situación se requiere que estés en clase de forma activa y que preguntes cuando no entiendas; que busques un compañero que haga las funciones de profesor de apoyo y, por supuesto, que dediques un tiempo al estudio de lo que se acaba de explicar en clase. Sólo así podrás concretar lo que realmente no entiendes y preguntar en la próxima clase lo no comprendido en la anterior.

El «no entiendo nada» aplicado al estudio puede obedecer a diversas causas: carencia de vocabulario, dificultades en la comprensión lectora, no tener los hábitos de estudio adecuados, falta de voluntad para intentarlo una y otra vez...

Lo importante es que seas consciente de las carencias que tienes en las clases o en las sesiones de estudio y que te están empujando, con más o menos intensidad, al fracaso.

Para que tomes conciencia de lo que a ti personalmente te pasa puedes hacer ahora el siguiente ejercicio. Así podrás apreciar la temperatura de tu aprendizaje y ver si tienes fiebre o no hay de qué preocuparse. Escribe con detalle en un papel lo que tú haces, en clase o estudiando, y que constatas que te da buenos resultados, que te lleva al éxito; y en otra columna indica lo mismo de lo que te arrastra al fracaso.