El segundo día, tras un sustancioso desayuno-buffet en el hostal, fueron hasta el embarcadero bajo un diluvio, para tomar el vaporetto que, atravesando la laguna veneciana, les dejó al lado de la Iglesia de la Pietá, donde componía, tocaba y dirigía Antonio Vivaldi, el cura pelirrojo. Chiara, la guía, les explicó la historia de la república veneciana, el palacio Ducal y la Basílica de San Marcos, donde está enterrado el evangelista. Luego caminaron por el pintoresco barrio de Castello, lleno de callejuelas, pequeños canales y hermosas casas.

Después de comer cesó la lluvia. Cruzaron el puente de Rialto y, al otro lado del canal mayor, caminaron por el barrio de San Polo, sin prisa por varias plazas, canales, puentes e iglesias, parando para tomar un capuccino o ir de compras, según versiones. Algunas incluso montaron en góndola. Volvieron sin novedad  a cenar a Mestre y a descansar.