La visita que los alumnos de 4º ESO B realizaron el pasado viernes a la Escuela de Arte de Oviedo fue lo más parecido a una inmersión subacuática. Solo la entrada recuerda al mundo terrestre y prosaico. Enseguida, guiados por Juan Luis, cruzamos ya la primera escotilla para llegar al aula donde Agustín, profesor del ciclo formativo de escultura aplicada al espectáculo, nos recibió levantando un plástico que ocultaba una reproducción de un tiburón de Groenlandia realizado a tamaño real con fluorespán.

Agustín interpelaba a los alumnos, con mucha coña y antirretórica, sobre si a alguno le gustaría hacer el bachiller o cualquier ciclo de los que oferta la Escuela mientras explicaba la fabricación del escualo, golpeándolo sin muchos miramientos a intervalos regulares de tiempo en la cabeza, eso sí después de avisarnos de que tuviéramos mucho cuidado con no tocar nada. Y de allí subimos y bajamos escaleras, abrimos más escotillas y entramos en más aulas donde distintos profesores de ilustración, estampación y reprografía, litografía, diseño y fotografía nos explicaron técnicas y habilidades que se enseñan en esta Escuela. Durante la inmersión nos íbamos cruzando con los alumnos de los ciclos formativos y del bachillerato de Arte, que allí también se imparte, y todos parecían habitantes de un mar multicolor desde la ropa hasta el pelo pasando por las taquillas todas tuneadas con lemas que nadie imaginaría en otro lugar. Y sin saber cómo, pues Juan Luis había desaparecido, subimos, en este caso bajamos, a la superficie de la puerta de entrada para volver al Colegio andando muy lentamente y realizando una segura descompresión.