El 8 de marzo es una fecha muy significativa para todas las mujeres, ya que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Es un momento para reflexionar sobre los logros alcanzados y los desafíos que aún afrontan las mujeres en todo el mundo. La Historia tiene muchas casualidades, y una que nos interesa, coincidiendo con este día que hoy celebramos, es la siguiente: el 19 de marzo de 1875, la Madre Matilde inicia la vida religiosa que dará sus frutos tal y como los conocemos hasta el día de hoy. También el 19 de marzo, pero de 1911,  se celebró en algunos países de Europa el primer “Día de la Mujer Trabajadora”. 

En esta ocasión, queremos recordar a las Religiosas en general y a nuestras Religiosas en particular. Razones no nos faltan, porque estamos en un año importante para ellas y para todos los que las acompañamos en sus diferentes comunidades: 150 años de servicio, dedicación y amor, que no se celebran todos los días.

Es interesante considerar el papel de las religiosas a lo largo de la historia, porque muchas han sido pioneras en la educación, la pastoral, la sanidad y el trabajo social, contribuyendo con su trabajo a ser un referente en sus comunidades. A menudo, han sido figuras de fortaleza y resiliencia, desafiando las normas sociales de su tiempo y abriendo caminos para otras mujeres. Es una oportunidad también para reconocer y celebrar a estas mujeres que, a través de su vocación religiosa, han trabajado por el bienestar de los demás. Y nosotros tenemos el mejor ejemplo en la Madre Matilde y, con ella, en las religiosas que a lo largo de los años nos han acompañado en el trabajo y la oración en el Colegio Nazaret. Han tenido que adaptarse a los tiempos, incorporando nuevas formas de evangelización y apoyo, sin perder de vista ni su esencia ni sus valores. La celebración de este aniversario no solo es un momento para recordar el pasado, sino también para mirar hacia el futuro, manteniendo su papel como mujeres y como religiosas.