El tiempo central de tu sesión de trabajo personal ha de ser el estudio intenso para asimilar los contenidos. Esto lo deberás hacer obligatoriamente cuando tengas controles, exámenes o alguna otra prueba que te hagan para comprobar lo que sabes.

Hay profesores que exigen que este estudio se lleve al día e incluso dedican un tiempo en cada clase para preguntar, aclarar dudas o hacer prácticas que suponen haber asimilado todo lo explicado anteriormente. Si es este el caso, debes establecer en tu horario un tiempo para estudiar esa asignatura la víspera de la clase correspondiente.

En el tiempo de estudio propiamente dicho te enfrentas a la materia ya explicada, entendida y trabajada. Podrías comenzar preguntándote: ¿cómo he de proceder para aprenderlo mejor en el menor tiempo posible?, ¿qué nota quiero conseguir?

Sí. Es importante que te marques un objetivo concreto en cada examen y asignatura, es una forma de motivarte y de evaluarte, porque en cada control sabrás si consigues lo que te propones. Y al lado de la calificación que deseas, pon tu actitud de confianza en ti mismo, de seguridad, de optimismo de que serás capaz de conseguirlo y de intentarlo una y otra vez si el fracaso se interpone.

Recuerda que los objetivos del estudio son comprender, asimilar y retener.

Sólo cuando estés seguro de haber conseguido las tres cosas, podrás afirmar que has estudiado.

Se aprende lo que comprendemos de verdad; se asimila y retiene lo que ponemos en práctica y relacionamos con los conocimientos que ya tenemos y los utilizamos.

Te vas a encontrar siempre con dos obstáculos graves que impiden o dificultan tu aprovechamiento en el estudio de cualquier materia:

• No tener el nivel mínimo exigido debido a lagunas de cursos anteriores. En este caso es imprescindible recuperar los contenidos necesarios, pues hay asignaturas como matemáticas, física, química, lengua o idiomas, en las que unos conocimientos se asientan sobre otros y, si éstos no los tienes, el fracaso será inevitable.
• Tener un vocabulario muy escaso y seguir adelante sin aprender el significado de cada palabra. Por eso debes ser constante en consultar sin pereza el diccionario y apuntar en tu diccionario personal las palabras nuevas y repasarlas de vez en cuando hasta que te sean familiares. Si no corriges este defecto, la comprensión y retención de lo estudiado será muy dificultosa y casi imposible.

MEMORIZA

Llega el momento de memorizar los contenidos del estudio. Pero no olvides nunca esta ley básica, cuyo desconocimiento ha llevado a muchos estudiantes al aburrimiento, al desánimo y al fracaso:

Nuestra mente sólo asimila las ideas que le resultan interesantes, comprensibles y útiles.

Sólo se aprende bien lo que realmente interesa. Si algo te resulta importante y ameno, apenas tendrás problemas para retenerlo y recordarlo. Por eso, lo ideal es actuar sobre la memoria, facilitando su interés por lo que se aprende en cada momento.

¿Cómo hacerlo?

Ante todo, no intentes memorizar, sino comprender. Se retiene más si se aprende en espacios de tiempo breves.

RECUERDA, REPOSA, REPASA

La última fase del estudio se puede sintetizar en tres erres: recuerdo, reposo y repaso.

Recuerdo. Comienza comprobando si has asimilado los contenidos; constata que el aprendizaje ha sido efectivo. ¿Cómo?

Cierra el libro y los apuntes y haz un esquema de lo estudiado en el cuaderno de trabajo o en las hojas de borrador. Formúlate preguntas como si fueras el profesor y respóndelas.

Si ves que falla algo, que dudas en la ortografía, que no aciertas a exponer con claridad la idea, vuelve a leer e insiste una y otra vez hasta que tengas la seguridad de que realmente lo sabes.

Otra forma para grabar y recordar los contenidos es utilizar lo que acabas de aprender. Puedes explicárselo a alguien que te escuche: un hermano, un amigo, tus padres..., o a un muñeco mascota, como hacen algunos niños. También puedes grabar tu voz y luego escucharte.

Reposo. A la sesión de estudio intensivo debe seguir un período de reposo, de sedimentación, para la asimilación de conocimientos. A esta fase podemos darle unas horas o varios días, depende de la urgencia que tengas para el examen. Si trabajas sin prisas y eres previsor, tendrías que conceder a esta fase de reposo al menos un día, para asegurarte así de que los conocimientos han calado y no sólo se han «pegado» con saliva.

Repaso. Es la última fase del estudio. El repaso fortalece el aprendizaje y hace que el olvido funcione más lentamente. Para hacerlo bien, ojea el texto del tema con una lectura rápida, fíjate en los subrayados, detente en los esquemas y el resumen y, sin mirar nada, haz un mapa mental o escribe esquemáticamente el conjunto del tema comprobando que realmente lo sabes. Si algo te falla, repasa

de nuevo hasta que tengas la certeza de que lo has aprendido.

Quita de tu cabeza la idea de que el repaso hay que hacerlo sólo si te van a preguntar; deberías hacerlo siempre que quieras aprender, aunque no te examinen.

FUENTE: LIBRO TÉCNICAS DE ESTUDIO PARA ADOLESCENTES DE ANTONIO GONZÁLEZ